Igualad@s Sin Violencia

¿El cielo es azul? Seguramente, cualquier persona ante esta pregunta tendría la respuesta muy clara: por supuesto que es azul; es más, nos plantaríamos ¿cómo se le ocurre hacer esa pregunta? en lugar de ¿por qué la hace?

Pues bien, en nuestra vida hay muchas cosas que se dan por ciertas, que son “normales”, ya que el tiempo y una constante repetición de ideas, conceptos y costumbres, nos han aleccionado de que las cosas son como son, que son así y punto.

Esta pequeña reflexión que parece no decir nada, guarda uno de los mayores peligros a los que como sociedad nos enfrentamos. Si aceptamos que no debemos cambiar, nunca avanzaremos “quién no se mueve, no siente sus cadenas” (Rosa de Luxemburgo); y me refiero a avanzar hacia una sociedad igualitaria y justa.

Esto que parece una utopía es una obligación, que cada uno y una, de manera individual y como parte de esta sociedad, le debemos a las generaciones futuras.

Este año, con motivo del día Internacional de la eliminación de la violencia contra las mujeres, desde UGT Albacete queremos incidir en la importancia de la educación para remover cimientos, eliminar estereotipos y lograr que el nacer mujer u hombre no signifique tener un camino marcado.

Nuestra posición de desigualdad en las diferentes esferas es incuestionable. Hay que erradicar de raíz el hecho de asumir que nuestra obligación es reproductiva y productiva, que al ser el sexo débil necesitaremos siempre de apoyos, que solas no podemos, que solas no valemos.

La violencia machista existe y mata a mujeres, es la expresión más cruel, la cual condenamos enérgicamente y contra la que luchamos día a día para su erradicación.

Pero hoy quiero hacer referencia no sólo a esta barbarie; me gustaría que reflexionáramos todos y todas sobre la violencia silenciosa, sobre la normalizada en nuestra sociedad, esa que cuesta identificar ya que siempre te han dicho…que el cielo es azul.
Nuestro objetivo debe ser trabajar por un futuro donde lo natural sea una relación de iguales, donde no seamos testigos mudos a actos o comentarios desvalorizando a la mujer, consiguiendo desinstalar de nuestro ADN los roles establecidos, sin por ello sentir que estamos fallando como mujeres; que los que agreden a una mujer en cualquiera de sus formas o expresiones sean los que pasen vergüenza, que sean ellos los señalados sin ningún tipo de duda; que no existan argumentos patriarcales donde cobijar su actuaciones.

Consigamos un mundo concienciado con la igualdad, con el rechazo absoluto a las violencias machistas, un mundo donde no tengamos que argumentar porque somos iguales, donde no tengamos que legislar para conseguirlo. En definitiva, un mundo donde reflexiones como éstas sean cosas de pasado.

Mi generación ha tenido la posibilidad de elegir su futuro, de ser independientes, de desterrar ciertas creencias sobre la subordinación de la mujer al hombre, de poder incorporarse al mercado laboral. Y esto que parece algo natural, es fruto de la lucha de muchas mujeres que iniciaron el camino, que no fueron conformistas con una sociedad donde no tenían ni voz, ni voto.

Hoy nuestra lucha no es para tener derecho a un trabajo retribuido, es para tener las mismas oportunidades en dicho trabajo, que no existan limitaciones, que nuestra casilla de salida se encuentre en paralelo a la de los hombres, que no exista obstáculo en nuestro recorrido como los denominados “suelo pegajoso” o “techo de cristal”.

Que tengamos las mismas opciones de promocionar, de jornadas completas a las que no tengamos que renunciar, ya que la corresponsabilidad es una responsabilidad entendida por igual entre mujeres y hombres; de complementos de antigüedad perdidos con excedencias voluntarias por cuidados, que la mayoría de veces recaen en nosotras, con el convencimiento de que es una obligación inherente a nuestro género.

Estas circunstancias, entre otras, provocan la denominada brecha de género, otra discriminación más en el ámbito laboral que soportamos las mujeres. Por ello, desde el sindicato no cejamos en nuestro empeño por conseguir revertir esta situación y lograr equilibrar la balanza entre hombres y mujeres en el ámbito del empleo. Lograr un mundo laboral igualitario será el pilar necesario para alcanzar la igualdad en el resto de esferas. Citando a Simone de Beauvoir: «Mediante el trabajo ha sido como la mujer ha podido franquear la distancia que la separa del hombre. El trabajo es lo único que puede garantizarle una libertad completa».

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